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Viernes 24 de septiembre de 2010

Los patos

“Si camina como pato, nada como pato y grazna como pato.. pós es pato”


“Si camina como pato, nada como pato y grazna como pato.. pós es pato”

Tal como reza el viejo y conocido refrán, “si camina como pato, nada como pato y grazna como pato.. pós es pato”, con esa misma simplicidad de percepción podemos identificar algunas situaciones prevalecientes en nuestro estado. ¿Por qué nos asombraría pues el hecho de que “El Diario” de Cd. Juárez lance una publicación en la que este medio se manifiesta dispuesto a negociar con el crimen organizado?; cuando de todos es conocido que la negociación ha sido la constante de sus actuaciones.

Pues más allá del mito cultivado por ellos mismos de ser una prensa libre y un periodismo valiente con el que la mayoría de los medios de comunicación se auto-proclaman paladines de la verdad. Los ciudadanos atestiguamos su costumbre cotidiana de manipulación convenenciera de la información y de como en la práctica han reducido la ética a ser sólo uno más de los conceptos rimbombantes con los que adornan su léxico pero que en la práctica lo desvirtúan al no honrarlo con un desempeño impecable, como debiera ser.

Aquí la única noticia es de que el Diario pretende cambiar de patrón, porque ante la desbandada natural de la saliente administración y por ende una escasez de “chayotes” (que en el argot periodístico así se le llama a la “mordida” que se les da a los periodistas por callar verdades o publicar mentiras a conveniencia de los poderosos). Al sentirse desprotegidos revive en ellos el instinto de su vocación canina y tienden a buscar un nuevo amo.

Que triste es tener que reconocer esta descarnada realidad y más allá de una básica compasión de no desearle el mal a nadie, surja en nuestro interior el pensamiento de que de algún modo se lo merecen por arrastrados y convenencieros, pues en épocas menos violentas y de mayor bonanza para todos, bien que han aportado a que las cosas sean como son hoy, contribuyendo a generar la problemática social que vivimos mediante el ocultamiento de las verdades que hoy – literalmente – nos explotan en las manos.

Doloroso es para los que añoramos algunos olvidados ideales, el tener que hablar en estos términos y reconocer que los que debieran ser reductos de honestidad, valentía, inteligencia, solidaridad, etc. en fin, todas esas virtudes que salvo raras y escasas excepciones, lamentablemente ya no se estilan en el medio periodístico. Eso hace que sea indefendible la indignación que ellos manifiestan ahora que la lumbre les llega a los aparejos, ¿qué acaso piensan que de veras son una casta aparte?, ¿por qué no habría de afectarlos a ellos lo mismo que nos afecta a nosotros los simples mortales?, ¿por qué debería ser más importante y digna de mayor atención la muerte de un periodista que la de la mujer, el niño o el viejo, ciudadanos comunes y corrientes?

Que diferente es el estar agotando los tirajes gracias a las noticias sensacionalistas con las que esos medios que hoy se quejan tan estridentemente, explotan sistemáticamente el morbo de la gente cuando la que se muere es... el resto de la gente, ¡Ah, pero cuando los que se mueren son los que las publican!, cuando sus compañeros sienten cerca de su propia mejilla el frío roce de la guadaña de la muerte, la cosa toma otra alarmante vertiente ????

Entonces, al sentirse igualmente vulnerables, les habrá llegado el momento de tomar conciencia de lo peligroso que era jugar aquel viejo juego culpable de servir a los gobiernos en turno como instrumento de desinformación, de aceptar agradecidamente el jugoso premio por ladrarles “a los que no son de casa” y moverle la cola a los que le dan “reconocimiento” – en efectivo por supuesto - a su “labor periodística” (siempre y cuando esta no evidencie los malos manejos, cochupos y complicidades de las administraciones en turno) y en pocas palabras, en ves de ser corresponsales de la verdad, en cambio ser co-responsables – léase “cómplices” – de la corrupción que hoy se les revierte.

A ver si así aprenden que las malas conductas siempre equivalen a escupir para arriba... tarde o temprano se regresan y le caen en plena cara a quien las avienta. Y si de veras están entendiendo la lección, no caigan en su propia trampa, empiecen ya a llamar a las cosas por su nombre, eso que pretenden hacer, no se llama “negociación” se llama ALIARSE CON LOS DELINCUENTES y les puede salir muy, pero muy caro. De cualquier lado que la vean... No se hagan patos