13.21°C

Cielo Claro

Chihuahua, Chihuahua



Sábado 16 de julio de 2016

Mujeres que son ejemplo a seguir "Las monjas Villeras"

En nuestro país y también fuera de él se reconoce la misión pastoral que llevan a cabo en las barriadas más humildes el padre Pepe y otros “curas villeros”.


En nuestro país y también fuera de él se reconoce la misión pastoral que llevan a cabo en las barriadas más humildes el padre Pepe y otros “curas villeros”.

En nuestro país y también fuera de él se reconoce la misión pastoral que llevan a cabo en las barriadas más humildes el padre Pepe y otros “curas villeros”, pero también merece ser conocida la labor evangelizadora que junto a ellos realizan religiosas y laicas consagradas, que bien pueden ser llamadas “monjas villeras”.

En el caso de las villas de José León Suárez, donde el padre Pepe ejerce su ministerio, hace ya unos 50 años, desde Bari (Italia) llegaron aquí hermanas de la congregación Adoratrices de la Sangre de Cristo, venidas a pedido de monseñor Manuel Menéndez, quienpor ese entonces era Obispo de San Martín. Instaladas enuna casa de Villa Bosch, comenzaron por aprender bien el castellano y aprobar las equivalencias que les permitieran ser docentes y así fue como, en dos aulas, crearon una escuela. Durante la semana daban clases en el colegio, los sábados a la tarde hacían “El Oratorio”, los domingos animaban la Misa y, como si esto fuera poco, las hermanas se dividían para llegar a barrios vecinos: unas se acercaban a una villa en Billinghurst a dar catequesis y ofrecer una merienda y otras ayudaban en la pastoral de José León Suárez.A medida que pasaron los años, las Adoratrices de la Sangre de Cristo fueron forjando un vínculo más fuerte con la comunidad de Suárez y en 1975se instalaron definitivamente en la entonces Capilla San Francisco de Asís.

Entre los chiquitos que asistían al primer jardín de infantes de la Congregación estaba quien es hoy la hermana Patricia Ataria, religiosa de las Adoratrices de la Sangre de Cristo, que es ahora uno de los pilares en los que el padre Pepe se apoya para realizar su misión en las comunidades de José León Suárez que abarca su labor sacerdotal.La hermana Patricia da cotidiano testimonio del carisma de su Congregación que busca “reverenciar al Dios que está vivo en el otro” y con la expresión de dulce simpatía que la caracteriza explica que su “accionar se conecta con todo lo que se refiere a la dignidad de la persona y transmitir el mensaje de que sos valioso porque Dios, en una locura de amor, se hizo hombre y dio su sangre en la cruz por vos’”. Dotada de talento musical, la hermana Patricia demuestracon su guitarra y con su voz que cantar es un excelente modo de orar y elevar a Dios nuestra alabanza, acción de gracias y petición.Patricia dice que prefiere que la llamen “hermana” porque hace referencia “a una cercanía y no a un rol. Ser hermana de todos”.El padre Pepe dice de la hermana Patricia: ““Tiene una visión de toda la parroquia, se encarga de las distintas catequesis, tiene grupos de mujeres, acompaña en las celebraciones con su música, va a misionar y a los campamentos de los chicos.Tiene realmente una tarea muy activa, su función es casi la de un sacerdote”.

La hermana Marcela Cravera, de la misma Congregación que Patricia, es trabajadora social por lo queel padre Pepe la invitó a trabajar en el proyecto de recuperación de adictos que se realiza en el Hogar de Cristo y así fue que la hermana Marcela pasó a encargarse de la animación de los centros juveniles y de los hogares de rehabilitación. Según señala Pepe “su mirada como religiosa y trabajadora social es muy buena en el ámbito de las adicciones”.

La laica consagrada Karina Colasanti nació, fue educada y trabajó toda su vida en la Ciudad de Buenos Aires, donde conoció al padre Pepe cuando era párroco en Barracas. Cuando cumplió 40 años sintió que quería dar un giro a su vida y explica que “se me vinieron los años encima, quise cambiar de lugar, meterme más y sabía que no necesitaba ir a otro país para hacerlo”. Fue así que decidió ir a vivir a San Martín empujada por las ganas de estar al servicio de quienes más la necesitan. Explica Karina que “me sumé a las actividades de la semana para convocar a más gente grande, para que la Capilla no sea solo una escuela para chicos” afirmó. Las varias actividades que realiza en el barrio 13 de Julio van desde un taller de tejido para adultos hasta círculo bíblico y catequesis. Colasanti agregó que cuando es posible, salen a las casas a escuchar y compartir con los vecinos, diciendo: “voy a escuchar, la gente necesita hablar, no siempre tenemos que dar consejos”.

En nuestro país y también fuera de él se reconoce la misión pastoral que llevan a cabo en las barriadas más humildes el padre Pepe y otros “curas villeros”, pero también merece ser conocida la labor evangelizadora que junto a ellos realizan religiosas y laicas consagradas, que bien pueden ser llamadas “monjas villeras”.

En el caso de las villas de José León Suárez, donde el padre Pepe ejerce su ministerio, hace ya unos 50 años, desde Bari (Italia) llegaron aquí hermanas de la congregación Adoratrices de la Sangre de Cristo, venidas a pedido de monseñor Manuel Menéndez, quienpor ese entonces era Obispo de San Martín. Instaladas enuna casa de Villa Bosch, comenzaron por aprender bien el castellano y aprobar las equivalencias que les permitieran ser docentes y así fue como, en dos aulas, crearon una escuela. Durante la semana daban clases en el colegio, los sábados a la tarde hacían “El Oratorio”, los domingos animaban la Misa y, como si esto fuera poco, las hermanas se dividían para llegar a barrios vecinos: unas se acercaban a una villa en Billinghurst a dar catequesis y ofrecer una merienda y otras ayudaban en la pastoral de José León Suárez.A medida que pasaron los años, las Adoratrices de la Sangre de Cristo fueron forjando un vínculo más fuerte con la comunidad de Suárez y en 1975se instalaron definitivamente en la entonces Capilla San Francisco de Asís.

Entre los chiquitos que asistían al primer jardín de infantes de la Congregación estaba quien es hoy la hermana Patricia Ataria, religiosa de las Adoratrices de la Sangre de Cristo, que es ahora uno de los pilares en los que el padre Pepe se apoya para realizar su misión en las comunidades de José León Suárez que abarca su labor sacerdotal.La hermana Patricia da cotidiano testimonio del carisma de su Congregación que busca “reverenciar al Dios que está vivo en el otro” y con la expresión de dulce simpatía que la caracteriza explica que su “accionar se conecta con todo lo que se refiere a la dignidad de la persona y transmitir el mensaje de que sos valioso porque Dios, en una locura de amor, se hizo hombre y dio su sangre en la cruz por vos’”. Dotada de talento musical, la hermana Patricia demuestracon su guitarra y con su voz que cantar es un excelente modo de orar y elevar a Dios nuestra alabanza, acción de gracias y petición.Patricia dice que prefiere que la llamen “hermana” porque hace referencia “a una cercanía y no a un rol. Ser hermana de todos”.El padre Pepe dice de la hermana Patricia: ““Tiene una visión de toda la parroquia, se encarga de las distintas catequesis, tiene grupos de mujeres, acompaña en las celebraciones con su música, va a misionar y a los campamentos de los chicos.Tiene realmente una tarea muy activa, su función es casi la de un sacerdote”.

La hermana Marcela Cravera, de la misma Congregación que Patricia, es trabajadora social por lo queel padre Pepe la invitó a trabajar en el proyecto de recuperación de adictos que se realiza en el Hogar de Cristo y así fue que la hermana Marcela pasó a encargarse de la animación de los centros juveniles y de los hogares de rehabilitación. Según señala Pepe “su mirada como religiosa y trabajadora social es muy buena en el ámbito de las adicciones”.

La laica consagrada Karina Colasanti nació, fue educada y trabajó toda su vida en la Ciudad de Buenos Aires, donde conoció al padre Pepe cuando era párroco en Barracas. Cuando cumplió 40 años sintió que quería dar un giro a su vida y explica que “se me vinieron los años encima, quise cambiar de lugar, meterme más y sabía que no necesitaba ir a otro país para hacerlo”. Fue así que decidió ir a vivir a San Martín empujada por las ganas de estar al servicio de quienes más la necesitan. Explica Karina que “me sumé a las actividades de la semana para convocar a más gente grande, para que la Capilla no sea solo una escuela para chicos” afirmó. Las varias actividades que realiza en el barrio 13 de Julio van desde un taller de tejido para adultos hasta círculo bíblico y catequesis. Colasanti agregó que cuando es posible, salen a las casas a escuchar y compartir con los vecinos, diciendo: “voy a escuchar, la gente necesita hablar, no siempre tenemos que dar consejos”.

Monjas villeras 4

Otras religiosas que aportan a la misión del padre Pepe son las monjas de la Congregación de Santa Marta,quetrabajaron con él en la villa 21 de Barracas. La Hermana Laura, su superiora, visitó en distintas ocasiones a Pepe lo que le permitió ver que en el barrio hacía falta religiosos que acerquen la Iglesia a las calles. Así fue como las Hermanas de Santa Marta llegaron a José León Suárez y se instalaron en la capilla de San Francisco Solano y en el barrio de Villa Curita.

También están las Hermanas de la Providencia, quienes vienen algunos días de la semana desde Podestá a aportar un servicio a nuestro barrio. Ellas realizan su labor pastoral en la capilla de la Virgen de Luján ubicada en Carcova donde tienen grupos de niños, visitan a las familias y organizan actividades familiares y como dice Pepe, “están dando sus primeros pasos”.

El Padre Pepe agradece la presencia de las consagradas en la parroquia ya que ellas hacen posible la “atención pastoral, la evangelización: recibir a la gente e ir a visitarla” en cada barrio y “se convierten en referentes religiosas en cada capilla”. Cada religiosa, desde el lugar que le toque, cumple un rol esencial para el desarrollo de la dinámica pastoral.

Las hermanas Patricia y Marcela y la laica consagrada Karina son reflejo de la importante labor pastoral de religiosos en nuestra comunidad. Sin ellas no sería posible el crecimiento de nuestra parroquia ya que la Iglesia es divina pero también es humana y sin la presencia de personas que cada día la lleven a sus casas y a sus barrios no podría sostenerse.

Estas estas religiosas, verdaderas “monjas villeras”así como las muchas laicas que son el sostén de la labor pastoral del padre Pepe demuestran la presencia esencial de las mujeres en la vida eclesialy recogen el testimonio legado por las mujeres que acompañaron a Jesús en su vida terrena, comenzando por la Virgen María, Madre y Maestra nuestra y de la Iglesia

Guadalupe Garcia

Fotos de Marcelo Pascual y Fernando Schroeter