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Chihuahua, Chihuahua



Miércoles 17 de junio de 2009

Se denigra iglesia católica en Chihuahua

Señala sacerdote al clero de utilizar a la institución como organismo sectorial de un partido


Señala sacerdote al clero de utilizar a la institución como organismo sectorial de un partido

Por medio de una carta difundida en Internet, un sacerdote católico discrepa con el clero por la utilización de esa Iglesia, al estilo de sectorial de partido, criticando principalmente el desplegado publicado en defensa del Gobernador del Estado, José Reyes Baeza.

PARA EVITAR ESPECULACIONES PUBLICAMOS LA CARTA ÍNTEGRA:

ESPALDARAZO DE OBISPOS AL GOBERNADOR
Miércoles 10 de junio del 2009
Carlos Pérez B., Pbro.

Ante las críticas que líderes del PAN han lanzado denunciando falta de eficacia y hasta involucramiento del gobierno del estado en el problema del narcotráfico, nuestros obispos de la provincia de Chihuahua han dirigido una carta personal, aunque más bien se trata de un comunicado abierto, al gobernador para declararlo “un hombre íntegro y prudente y que es apreciado por su congruencia de vida en la comunidad. Conocemos y estimamos su trayectoria al servicio de la política, así como su conducta en público y privado en donde invariablemente ha antepuesto los intereses de la ciudadanía a los propios y personales”.

Ya ésta parece ser la tónica de sus mensajes. En su carta del 19 de agosto del año pasado, ante los hechos sucedidos en Creel, en los que perecieron 13 personas, los obispos decían: “Apoyamos al Lic. José Reyes Baeza Terrazas, Gobernador Constitución del Estado de Chihuahua, para que debidamente fortalecido en su alta responsabilidad, siga impulsando con la confianza de todos los sectores de la comunidad, los más altos valores de la población chihuahuense”.

Yo quiero expresar mi desagrado ante este tipo de movimientos y expresiones que, lejos de ser una postura profética de nuestra Iglesia, la colocan en una toma de posición partidista, lo que rebaja su nivel y su misión.

No veo ni quiero ver a la Iglesia, ya sea un grupo de obispos o de sacerdotes declarando la inocencia o culpabilidad de Juan Blanco por el asunto del relleno sanitario de la ciudad. Tampoco me hubiera gustado verla declarando la integridad de Salinas de Gortari ante las declaraciones que Miguel De la Madrid hizo a una periodista. Como tampoco hubiera quedado declarar inocente a Díaz Ordaz o Echeverría por los hechos del 68; o declarando vencedor a López Obrador o a Calderón hace tres años. No es lo mismo pedir transparencia en un proceso electoral, o judicial, o social, que jugarnos nuestro prestigio de Iglesia por una persona que está en el poder.

En 1986 nosotros, el obispo y sus sacerdotes, no dijimos que Francisco Barrio hubiera sido el ganador de las elecciones sobre Fernando Baeza. Nuestra competencia no era electoral. Nosotros denunciamos el fraude que se cometió contra el pueblo, por un cúmulo de irregularidades, que aunque ya se habían convertido en ordinarias de nuestro sistema político, en ese año se vieron acentuadas descaradamente.

Yo personalmente no meto las manos al fuego por ningún político. No lo hago por un eclesiástico, menos por un político. Y no lo hago porque no quiero cerrar los ojos ante tantos hechos en los que nos hemos visto envueltos, casos individuales en los que desgraciadamente ha quedado involucrada nuestra jerarquía por su indiferencia y hasta complicidad. No es necesario hacer un listado de todos esos hechos.

¿Qué acaso no vemos que estamos ante una guerra sucia de partidos? ¿Queremos ser parte de esta guerra sucia? Como Iglesia desde luego que no. En este caso lo que quedaría sería, por el bien de la ciudadanía, en vez de tomar partido, exigirles a ellos que ya dejen de aventarse estiércol a la cara. Que mejor se enfrasquen en un proceso judicial serio.

Debemos tener conciencia de lo que somos. No somos CTM, CROC, CNC o similares como para lanzarnos en cargada por algún personaje de la política. ¡Por el amor de Dios, somos Iglesia! No nos rebajemos.

Yo prefiero la postura de Jesús en relación con los seres humanos tan bien plasmada por el evangelista san Juan: "Pero Jesús no se confiaba a ellos porque los conocía a todos y no tenía necesidad de que se le diera testimonio acerca de los hombres, pues él conocía lo que hay en el hombre" (Juan 2,24-25).