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Lunes 24 de agosto de 2015

Un poco de Luis Medel

"Quiero hacerle una pregunta, si yo nunca hubiera probado la sal, que me respondería si le preguntara “¿a qué sabe la sal?"


"Quiero hacerle una pregunta, si yo nunca hubiera probado la sal, que me respondería si le preguntara “¿a qué sabe la sal?"

Un joven ejecutivo viajaba en un avión rumbo a la sureña ciudad de Málaga, en la península ibérica. Esa mañana se había levantado muy temprano a fin de no perder el vuelo, los preparativos le habían llevado gran parte de la noche anterior, por lo que una vez que despegó el avión, colocándose en el mullido asiento de piel que ocupaba en la clase premier, se dispuso a descansar, sin embargo, a pesar de lo agotadores que habían sido sus días previos, algo no le permitía conciliar el sueño.
Después de tratar por un buen rato de conseguir descansar y que la travesía de catorce horas por el los aires no fuera tediosa, sintió el calor de una mirada, y como quien recibe una invitación, se enderezó sin perder de vista aquellos profundos ojos azules que se habían clavado en los suyos, a pesar de la seguridad que siempre le había caracterizado, esta vez simplemente se limitó a decir un amable –hola…parece que seremos compañeros de viaje-, aquel hombre de avanzada edad que ocupaba el asiento contiguo dibujó una sonrisa en su rostro respondiendo con la misma amabilidad. Este fue el inicio de una larga pero interesante conversación.
Aquella agradable charla les llevó a tocar temas interesantes en extremo, sin duda a pesar de la diferencia de edades, ambos eran hombres de vasta cultura y versados en temas de ciencia y tecnología. En algún momento de la entrevista el anciano le dice al joven ejecutivo –Veo con profundo agrado que no solo es usted un hombre con profundos conocimientos seculares, sino que además, es poseedor de un extraordinario talento natural para expresar sus ideas lo que refleja una inteligencia por encima del promedio-. Al sentirse halagado el joven sonríe agradeciendo tan singular cumplido. Después de tomar un sorbo más a su taza de chocolate caliente el anciano continúa diciendo: -Quiero hacerle una pregunta, si yo nunca hubiera probado la sal, que me respondería si le preguntara “¿a qué sabe la sal?”-. La pregunta le pareció tan sencilla como interesante, después de hurgar en los rincones de su ágil y claro pensamiento, se limitó a decir –la sal no es dulce…tampoco es amarga…- el anciano interrumpe para decirle que no quería saber a que no sabía, solo quería saber “a que sabe la sal”, después de varios intentos el joven responde al ínclito caballero entrado en años: “Si quiere saber a qué sabe la sal…tendrá que probarla”.
Efectivamente, nadie puede hablar de algo que no conoce, que no ha probado. Porque para poder conocer el sabor de la sal es imprescindible paladearla, degustarla, disfrutarla, de igual manera, para poder emitir una opinión de un ser humano se hace necesario conocerlo, y para conocerlo hay que comenzar analizando su vida, sus objetivos, pero sobretodo, su manera de pensar y afrontar la vida y los desafíos que esta conlleva.
En este blog me doy a la tarea de escribir aquellos pasajes de mi vida que me han impactado, lejos de ser una biografía, este trabajo pretende mostrar una parte de mi que no muchas personas conocen, una parte distante para muchos de este eterno ermitaño, una parte de mi.