¡Sobre mi Cadáver!

Jose, cualquier persona de cualquier lugar de nuestra nación, con la que uno hable, conoce la situación de exención, miseria, tráfico de influencias, "amiguismo", trámites caros y engorrosos, en la que nos han sumido nuestros gobernantes. Unos lo sabemos y otros, además lo vivimos y sufrimos. Sin embargo, muchos no alcanzamos a comprender la magnitud de lo que conlleva la burocracia, la discriminación, la corrupción, la impunidad y el abuso de autoridad; además de ser partícipes de lo mismo que condenamos, carecemos de educación, de información, de elementos de análisis, sin posibilidad alguna de reflexión y reacción. No sabemos qué hacer. Se debe entre muchas otras cosas, a que no nos han enseñado a practicar la cultura de prevención. Desconocemos los métodos posibles de solución; el cómo, dónde, cuándo, con quién y qué podemos hacer; estamos desarmados y sufrimos de impotencia. Pero algo muy importante, tampoco a la mayoría nos interesa mucho el buscar información con anticipación.
Si los grandes pensadores, letrados, críticos, estudiosos, "comunicadores" y sobre todo los "servidores públicos", dejaran de estar cómodamente detrás de su escritorio (si acaso, sólo expresando sus buenas intensiones), tuvieran la voluntad de levantarse, hacer su trabajo e ir a investigar lo que realmente es del interés de las mayorías en la sociedad mexicana, conseguirían datos contundentes e irrefutables. Las cifras por sí mismas, podrán significar mucho y al mismo tiempo no dicen nada, son simples números fríos. El convivir unos cuantos días con la gente que sufre los múltiples problemas que se suscitan en cualquier calle metropolitana de nuestro hermoso país y mas aún en zonas marginadas, podría reblandecer un poco su corazón de piedra; el realizar preguntas cara a cara a los habitantes de las comunidades los podría acercar a la compasión, despertando la voluntad de entender, ser menos máquinas y mas humanos. Si todos los "elegidos" para gobernar tuvieran el mínimo respeto por la gente que los catapultó a ejercer un cargo público, en definitiva, tendrían por decreto la obligación de ejercerlo en beneficio del pueblo y no de ellos mismos. Empero, ¿qué me dicen del agradecimiento, la responsabilidad y el compromiso adquirido?. ¿Sería bueno crear diversos programas públicos para "empoderar" a su sociedad?, ¿disminuiría el paternalismo, el chantaje y la "mordida"?. Es decir, si yo tengo que realizar tal o cual trámite, ¿sería valioso o no, poder contar con un "taller de: requisitos para ejecutar un procedimiento administrativo, laboral, jurídico, penal, civil, étc.? ¿podremos ser independientes preparados y menos susceptibles a caer en engaños y extorsiones? En mi opinión, creo que, tomando en cuenta a los extraviados que seguirían sin aprovechar las oportunidades, sería mas fácil para todos "jalar parejo".
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Un dato: De 120 millones d mexicanos: 27.7% no sabe “nada” de lo que manda la Constitución; 65.1% “poco” y “mucho” el 3.6 %:

Pareciera que desde siempre, la denuncia legal sirve para tres cosas. Primero.- Para dejar tus generales, si tú eres el peligro sabrán dónde localizarte. Segundo.- Para hacer válido un posible seguro contratado y sólo si aplica la indemnización del siniestro perpetrado en tu perjuicio. Y tercera.- Para perder tu tiempo, dinero y esfuerzo. Para seguir formando parte de las estadísticas "oficiales", o sea, para nada.

El título de tu excelente columna me invita a compartir parte de un escrito del General Felipe Ángeles Ramírez:
"Si se ha perdido uno la fe, se ha hecho desgraciado. Más vale morir corriendo tras una ilusión, que vivir desesperanzado. Si nos ha tocado la dicha o la desgracia de vivir una época de prueba en que se juega el porvenir de la patria, abriguemos la esperanza de que nuestros hijos tengan el orgullo de decir: cumplió con su deber. No sólo está a discusión la suerte de la patria, sino también nuestra reputación".
Bendiciones José.