Miércoles 26 de agosto de 2009
Nuestra sociedad es azotada por una epidemia de intolerancia.
Nuestra sociedad es azotada por una epidemia de intolerancia.
México, D.F.- Hace algún tiempo que abordé el tema de la intolerancia. Lo hice al calor de la contienda electoral en la que los esfuerzos de dividir a la sociedad fracasaron. Sin embargo en nuestra sociedad se siguen observando grandes demostraciones de que cada día hay menos tolerancia en nuestra sociedad. Aunque somos una sociedad que ha heredado la lucha por la democracia, la libertad de expresión y la pluralidad, parece que son solo causas que, como los políticos, solo permanecen en el discurso y no en las acciones cotidianas.
Añoramos a una pluralidad idealizada, pronunciamos la célebre frase juarista de respetar el derecho ajeno y sin embargo las reacciones cuando alguien no está de acuerdo con lo que otro piensa son cada día más brutales y agresivas porque en el fondo uno de ellos busca imponer su criterio al otro para “que piense correctamente”. Cada día la intolerancia se apodera de más personas. Cada día los convierte en individuos que añoran un que todo mundo piense como ellos, es decir un monopolio.
La riqueza de nuestro planeta y de nuestra sociedad es la vasta variedad de opiniones en los distintos temas. En política las pasiones se desbordan y cada quien defiende su color. En el tema religioso el fanatismo nos ciega. En el deporte la intensidad se vuelve incontrolable y hay quienes pierden los estribos. Somos seres racionales que podemos controlarnos y dialogar. La palabra nos puede hacer llegar a muchos lugares, conocidos y desconocidos, es probable que en ellos se puedan encontrar convergencias, rutas comunes, objetivos compartidos. Pero muchas el pretexto del tiempo nos lo impide o simplemente la intolerancia que busca imponer, como en los tiempos del fascismo el mismo modo de pensar para todos.
Muchas veces el éxito es un tema que puede dividir, sea en una conversación o en situaciones de la vida. El éxito de muchos es añorado por los otros y criticado también. Con la actual crisis económica el éxito de muchos se ha tambaleado y los de muy pocos se han mantenido. Testimonios e historias de la actual crisis económica que padecemos, como los que relaté en mi anterior editorial son solo una muestra de lo que padecen miles de mexicanos trabajadores, quienes con los años han construido un patrimonio a base de mucho esfuerzo y hoy ven como se desmorona el esfuerzo de años. El éxito a base de esfuerzo es la mejor base para nuestra sociedad. Agricultores, comerciantes, prestadores de servicios que han logrado el éxito con el tiempo son dignos de recibir el reconocimiento por haber invertido en nuestro país y en especial en la tierra que nos vio nacer, Chihuahua. El que miles de chihuahuenses, de mexicanos estén padeciendo los efectos de la crisis es muy lamentable y es aún más lamentable que el gobierno de Felipe Calderón no haya hecho nada por paliar los efectos de este “catarrito”.
Creo que en la voluntad del chihuahuense, en las ganas del mexicano por salir adelante. Aplaudo el éxito cuando es esfuerzo del trabajo y cuestiono cuando dicen que se da por suerte. El éxito es lo que más añoramos todos desde niños y no creo que existan centinelas que quieran destruir o atacar el éxito de los trabajadores que logran ser exitosos a base de mucho sacrificio. Aplaudo el éxito aquí y en China.
Pero hay quienes afirman que reseñar los testimonios de dos mexicanos que están padeciendo los efectos de la crisis es una acción digna de alguien que está “mal de la cabeza” y que busca esconderse en la “cobardía de la pluma”.
Creo en este espacio como uno abierto a la critica y a la denuncia. Rechazo que sea un hecho valiente el reseñar las situaciones que ocasiona una crisis, creo que es un hecho de justicia. Es una crítica porque el presidente Calderón no ha hecho nada más que esconder la crisis. Si hubiera tomado medidas adecuadas, se lo reconocerían y aplaudirían todos los mexicanos.
Se vale disentir y el hacerlo es un acto de congruencia y cuando lo hago no me escondo tras anónimos, lo firmo y lo publico. Un acto de cobardía es gastar palabras en una amenaza innecesaria a alguien que no comparte puntos de vista. Son síntomas de la epidemia de intolerancia que azota a nuestra sociedad.
Gastar palabras en excusas sin sentido, en esconder la crisis y en lavarse las manos para culpar a otros es lo que la crisis ha evidenciado a Felipe Calderón, esperamos que se ponga pilas y deje de gastar palabras y comience a ejecutar soluciones, sino con cada día que pasa demostrará lo pobre de sus letras y palabras.
ULTIMALETRA
Una muestra de intolerancia siempre ha sido Tere Ortuño quien nos trata con desdén y desprecio a quienes no pensamos como ella. Buena para agredir y aún mejor para esconderse son los actos cobardes que la definen. Seguimos esperando tu disculpa.
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