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Viernes 10 de diciembre de 2010

Respeto

Debemos lanzar aquí un grito de protesta


Esta pseudo-cultura occidental en la que medramos, tan mal afincada, rozando apenas la superficie de lo que es la verdadera cultura, nos ha transmitido esa actitud igualmente superficial con la que abordamos todas las cuestiones sean estas banales o trascendentes, actitud que peca de este simplismo falto de compromiso para con la realidad que nos da como resultado la inconsciente depredación que hacemos de todo lo que tocamos.

Se requeriría un estudio sociológico exhaustivo para abordar todas las implicaciones que genera este fenómeno en la vida entera del planeta, algunos regímenes ya están abordando acciones que consideran un necesario cambio de mentalidad para detener esta autodestrucción a la que nos encaminamos y el tema de actualidad es la reunión multinacional que se lleva a cabo en Cancún, Q. R. en la que la población mundial busca llegar a acuerdos respecto a como frenar y revertir el cambio climático que estamos provocando y que empieza a causar estragos en todo el planeta.

La reflexión obligada de estas situaciones, nos debe sensibilizar hacia otros aspectos que, aparentemente no tienen relación directa más escarbando un poco podemos encontrarles nexos y llegar a identificarlos como causas originarias de esta gran confusión de valores en la que tratamos de sobrevivir, por eso aquí nos habremos de referir a otro asunto que también requiere atención inmediata porque afecta profundamente nuestro desempeño como sociedad.

Podemos observar en nuestro ambiente inmediato como la gran mayoría de nosotros hablamos y actuamos con escalofriante falta de conocimiento en situaciones que a todos nos afectan, somos jugadores y árbitros en un perverso juego en el que la constante es que; con tal de obtener resultados a corto plazo abreviamos procedimientos y saltamos etapas sin importar si al hacerlo dejamos fuera aspectos primordiales que le darían calidad sustentable a lo que obtenemos, de alguna forma hemos acuñado la costumbre de que no importe tanto la calidad como la cantidad, ni lo que hayamos de sacrificar para obtener lo deseado.

Influidos por el espíritu de competencia que caracteriza la propuesta de realización personal que nos hace nuestro medio, hemos convertido en héroes a los atrevidos que atropellan todo lo que se opone a su paso y lo más nocivo es que además de aclamarlos terminamos por imitarlos, aunque en breves momentos de conciencia, algunos vemos con preocupación, inconformidad y enfado como, propiciado por este ambiente laxo y permisivo, surge un paradigma inconveniente de relativismo que sustituye los valores probados que han permitido y regulado hasta hoy la convivencia de la humanidad .

Uno de esos valores que va siendo olvidado sistemáticamente es El Respeto, es algo que ya no sabemos en que consiste porque el concepto ha sido manoseado, desvirtuado y corrompido por esos atrevidos que arrebatan violentamente las posiciones sociales desde las que imponen sus criterios y que aparte de pisotearlo, se los exigen a otros presuponiéndose merecedores de lo mismo que atropellan en los demás.

Antes de ver sucumbir nuestra conciencia ante esos detestables “usos y costumbres” debemos lanzar aquí un grito de protesta en contra de esos que han olvidado que:

Si bien los individuos nacemos investidos de DIGNIDAD intrínseca que nos hace apreciables dentro de la escala social, en cambio EL RESPETO es una cualidad adquirible que todos y cada uno de nosotros tenemos que ganar en estricta correspondencia a nuestro desempeño dentro de esa misma sociedad

Muchos de los que por cualquier medio – que muchas veces no tiene nada de respetable – han accedido a posiciones de influencia dentro de nuestras jerarquías organizacionales, aprovechan la ignorante superficialidad de las masas parapetándose tras la dignidad inherente del cargo que ostentan y aunque su desempeño personal es indigno, reclaman respeto como si fuera condición a priori en su persona.

Por ello conviene que recordemos todos; ellos y nosotros, que el primer obligado a rendir respeto al cargo que ostenta es el propio individuo que lo detenta y que para poder exigirlo a quienes lidera, debe honrarlo indefectiblemente con una conducta ejemplar e intachable que ponga ante todo el bien de los que dice representar, sobre todo en el caso de los sedicentes “servidores públicos”