Viernes 25 de junio de 2010
Al ir a votar hazlo con el orgullo y el gozo de estar abriendo las puertas a la esperanza y a la justicia
Al ir a votar hazlo con el orgullo y el gozo de estar abriendo las puertas a la esperanza y a la justicia
Pareciera un absurdo el hecho de extrañar algo que no se conoce, más si consideramos a la intuición como una forma de conocimiento que con todo y sus imprecisiones nos es válida para interpretar la realidad que nos circunda, pudiéramos decir en este contexto, que el mexicano promedio lleva impresa en su carácter una nostalgia nacionalista por algo que aunque no ha podido experimentar a plenitud, sin embargo ha alcanzado a imaginar y por ello anhela su disfrute.
Como nación, estamos a punto de cumplir un bicentenario de nuestra Independencia y el primer centenario de nuestra Revolución, como Estados, como Ciudades y hasta como Pueblos, hemos venido conmemorando muchos aniversarios locales de hechos trascendentes que nos definen como comunidad de comunidades y nos brindan identidad nacional, más aún con todo ello, a nivel individual nos hace falta la madurez suficiente para comprender que por encima del bien personal, debemos anteponer el bien común para que este sea el elemento unificador que nos permita vernos los unos a los otros como verdaderos compatriotas, es decir hijos de una misma patria y no seguir comportándonos como tribus antagónicas cuya supervivencia dependiera de aniquilar al resto de los habitantes del país.
Esa patria justa y generosa que deseamos tener, vive ya dentro de cada uno de nosotros cuando menos en forma de ideal y - nos demos cuenta o no - nos proporciona un impulso diario para seguir luchando en esta brega de eternidad que es la existencia. Afirmo sin temor a equivocarme que todos compartimos ese mismo sentir, pero al mismo tiempo soy muy consciente de que como pueblo aún no compartimos un mismo criterio acerca de como convertir en realidad ese sueño.
Las generaciones que nos precedieron tuvieron bien definidos los retos a los que se debían enfrentar, fueron muy conscientes acerca de quienes eran sus auténticos enemigos, los enfrentaron decididamente defendiendo a sangre y fuego su derecho a ser libres, por ello les rendimos homenaje o al menos esa es nuestra intención cuando participamos en actos cívicos que se organizan de tanto en tanto para recordar sus gestas, más en la cotidianidad de nuestras acciones, la mayoría de las veces deshonramos la voluntad de quienes dieron la vida para que nosotros hoy fuéramos mejores.
No hemos sido capaces de unificarnos en torno a un ideal común como lo hicieron ellos, tampoco hemos sido lo suficientemente inteligentes para entender que aunque podamos contender entre nosotros por tener diferencias de pensamiento, ello no nos convierte en enemigos irreconciliables, ni nos justifica para defender nuestros intereses cuando eso signifique pasar por encima de los intereses de los demás; nos está faltando la comprensión para entender que si bien todos tenemos derecho a abrigar un anhelo, ese derecho no es ilimitado pues no incluye el que nuestro sueño se convierta en la pesadilla del resto de los mexicanos.
Para dirimir las diferencias de opinión que podamos tener entre compatriotas, es para lo que se han implementado los instrumentos democráticos que rigen las elecciones, esas reglas se basan en el equitativo reparto de recursos para los contendientes y son leyes que obligan a todas las partes a mostrar buena voluntad y respeto para con sus adversarios, significan que quienes participan deben renunciar caballerosamente al uso de trampas y ventajas a fin de que la lucha sea limpia e incuestionable, al menos así se supone que debiera ser, más la realidad es que hay quienes sólo aparentan respeto por la ley y pudiendo utilizar su ingenio para encontrar soluciones que beneficien a toda la ciudadanía, en vez de ello utilizan su astucia para encontrar la forma de violar la ley para pelear con trampas.
Esa es la verdadera guerra sucia que deben castigar con todo rigor los órganos electorales, para hacer escarmiento de todos los que sea atrevan a violentar el mandato soberano de las mayorías. A la ciudadanía nos toca entender que no es guerra sucia la de quienes valientemente rechazan ser cómplices silenciosos de estas violaciones y por ello están denunciando en su momento y de frente a la opinión pública a los que tan desvergonzadamente violan las reglas en las que se deben contender los comicios.
No hace falta que se digan nombres, sabemos quienes son esos delincuentes electorales porque ya ni siquiera se preocupan en disimular su nociva labor, usted como yo los podemos reconocer perfectamente porque son los PRImeros en llegar hasta las puertas de nuestras casas con sus ofertas de compra de votos y otorgamiento de favores.
Ahí es donde cada uno de nosotros vamos a ser responsables de que las cosas de las que tanto nos quejamos sigan como están, con nuestra acción de ese día podemos elegir no sólo a un candidato, el voto que depositemos en la urna, nos puede convertir en cómplices de quienes están propuestos mantener a nuestra patria convertida en un pantano de corrupción donde se ahogan las virtudes y los valores que son patrimonio de nuestros hijos o podemos en cambio honrar el valor y la determinación de los que nos dieron patria y libertad, otorgando nuestro sufragio a quienes encabezan la lucha contra la delincuencia y contra la corrupción. Ese día o le cerramos la puerta al pasado para hacerles entender que aspiramos a una patria mejor que la que ellos nos proponen mantener o nos convertimos en promotores de una patria de la que nos podamos sentir orgullosos si nos unificamos todos en el noble ideal de votar por un cambio que nos encamine a una nueva y más limpia forma de conducir nuestro destino. Al ir a votar este 4 de Julio hazlo con el orgullo y el gozo de estar abriendo las puertas a la esperanza y a la justicia... vota bien, ¡vota PAN!
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